jueves, 29 de abril de 2010

CAPITULO II

Aki os dejo el capitulo II por favor contarme que tal os parece...:S:S



CAPITULO II




Vi su coche alejarse. Me senté en el pilar y grite al primer taxi pero no me hico caso. Dejé mi mochila en el suelo y volví a pensar en mi padre. Su sonrisa y su manera de mirarme, parecían tan real pero a la vez sabía que todo aquello era parte de mi mente. De un sueño.
Un sueño, creado por mí.
Nada de eso era real y cuando recordaba la realidad, cuando me daba cuenta de que nada era igual desde mis cinco años me caían un par de lágrimas. Pero ya estaba acostumbrada.
Nada. Absolutamente nada podía hacerme daño a mi corazón, porque este ya había sufrido todo lo que un corazón podía sufrir y aunque yo lo sabía y la gente intentaba alegrarme cada día de mi vida con sus bromas y gracias yo podía mostrar una falsa sonrisa pero, nunca se daban cuenta. Detrás de esa sonrisa se escondía una niña asustada, triste y esperando una explicación para poder seguir con su vida de nuevo.
Seguía esperando el taxi pero ninguno paraba, pero lo peor estaba por venir. ¿Si creía que ya nada malo podía pasar en ese mismo día, el cielo quiso arreglarlo pintándose negro y soltando lagrimas suaves que recorrían por toda la ciudad. Era mi día de suerte, eso es lo que diría si ahora mismo me sintiera irónica, pero no. Cogí mi mochila y me la puse de paraguas. Llame a un taxi que paro de inmediato. Una sonrisa se dibujo en mi cara ya llevaba un buen rato esperando. Corrí a subirme, le dije mi dirección y arranco a una velocidad moderada. Si mi madre se enterara que iba en taxi estoy segura que me mataría, que diría que es peligroso, que me podían hacer daño de cualquier modo, que tenía que tener cuidado pero a mí me encantaba viajar en taxi. Era agradable, mejor que el metro y que el autobús. Por lo menos para mí. Pero también me recordaba a aquel día. Horas antes de llegar al lago.

FLASHBACK

Estaba tan contenta, papa llegaba y yo estaba impaciente. Hacia tanto que no le veía. Estaba emocionada, inquieta, exaltada, como si alguien me hubiera dado cafeína hasta reventar para mantenerme toda la noche despierta. Subí al taxi con mi abuelo, me llamaba revoltosa, él cada año me llamaba de una forma diferente y ese era el año en el que yo no podía estarme quieta ni un solo segundo, algo extraño en mí, normalmente era tranquila y relajada, pero cuando se trataba de mi padre cambiaba en quistión de segundos. Mi corazón se aceleraba como si mi vida dependiera de eso, como si mi vida estuviera a punto de acabarse en ese mismo momento hasta que mi padre salía por la puerta del aeropuerto y volvía a relajarme en sus cálidos y dulces brazos.
-¿Cómo te llamas preciosa? – El hombre que conducía el taxi me acaricio la cabeza moviéndome todo el pelo.
- Me llamo Celia. – Dije muy contenta mirando por la ventana cuanto camino quedaba.
-¿Te vas de viaje? Porque para ir de viaje hay que estar tranquilita si no la azafata no te dejara subir al avión, y tampoco te dejara entrar a la cabina del piloto.
-No. Mi papi llega hoy de un viaje voy a recogerle con mi abuelo. – Sonreí mientras veía como el aeropuerto ya estaba más cerca. El conductor rio y siguió conduciendo.
Al llegar al aeropuerto el taxista me agarro, quise adelantarme y abrí la puerta antes de que el aparcara. Cuando freno me tuvieron que volver a agarrar mientras mi abuelo pagaba el taxi. Quería ir ya. Me cogió en brazos y salió del taxi conmigo. Mire la pantalla de vuelos, según el indicador acababa de llegar al aeropuerto e iban a recoger las maletas. Solo me quedaba esperar, pero es que esperar era aburrido y quería que mis vacaciones empezaran ya.
La gente me miraba preguntándose a que se debía mi hiperactividad y mi abuelo intentaba tranquilizarme en sus brazos. Pero era algo imposible.
-¿Y RAY? ¿Y RAY? Quiero ver a Ray. – Mis gritos se oían a quilómetros y todo el mundo reía al ver a una niña pequeña impaciente esperando a alguien.
-Ahora vendrá, tranquila. Me encanta cuando te comportas así. - Me dijo mi abuelo revolviéndome el pelo. - Me recuerdas tanto a tu padre cuando tenía tu edad. – Eso me hico ponerme feliz.
-¿Ray era igual que yo? - Pregunte sonriendo, siempre había querido ser como mi padre. Para mí era un héroe igual que todos los niños a mi edad. Mi padre era el que siempre me perdonaba cuando hacía algo malo, no me castigaba y eso me gustaba, aunque luego no me compraba mi juguete favorito jugaba conmigo y hacia que yo me divirtiera con él. Él conseguía mostrarme el mundo de una manera diferente, feliz e irresistible. Intentaba ocultarme la maldad del mundo y me mostraba la belleza de la naturaleza. Siempre me mostraba las cosas diferentes a como lo era, siempre ponía lo bueno sobre lo malo.
-Sí, igualita cuando te pones así, aunque él hacia menos travesuras. Tú haces demasiadas. – Solté una risilla malvada y le di un beso en la mejilla. - La próxima vez se lo diré a papi. – Reí y me abrace a él.
-Quiero verlo ya Abuelo. - Dije aún abrazada a él. Y mirando para ver si aparecía pero nada. Mi preocupación iba en aumento y empecé a esperar jugando con mis rizos. Mi abuelo me dio mi peluche para calmarme, no sirvió de mucho pero al menos eso me tuvo entretenida un buen rato, hasta que empezaron a salir varas personas con sus respectivas maletas.
-Ya vienen los de su vuelo, estate atenta.- Enseguida mire haber si lo veía, mantuve los ojos bien abiertos como un búho por la noche, o un león apunto de cazar su presa, incluso tire al suelo al Sr. Oso sin darme cuenta. Mi abuelo le recogió sin soltarme de sus brazos y entonces escuche la voz.
-¿Me buscabais? - Me gire y vi su rostro delante mía. Grite de una manera descomunal.-Me vas a dejar sordo. - Me dijo riendo y me abracé a él.
-Te ha echado mucho de menos Ray.
-Lo sé, yo también te he echado de menos mi niña. Papa, gracias por cuidarla. – Me volvió a mirar ahora que me encontraba entre sus brazos aun abrazada a él. – Te he traído un regalo. – Sonreí.
-¿Me lo das?
-Es esto pero primero haber si sabes que es.
-¿Un cuaderno de dibujo? – Fue lo primero que se me ocurrió.
-No.
-¿Un libro de cocina?
-No.
-¿Una película?
-No. – Empecé a hartarme y decidí que diciendo la cosa más extraña y más tonta del mundo me daría el regalo sin más preguntas.
-¿Un elefante?
-¿A que vino eso? – Se rio de mí y me dio el regalo. - ¿De dónde te sacaste el elefante? Sabes que eso es imposible.
-Pensé que sí decía algo estúpido me darías el regalo sin que tuviera que acertar.
-Que lista es mi chica. – Dijo mi padre dándome un beso en la frente. - ¿Te gusta?
- ¿Papa un peluche nuevo? – Lo volví a abrazar con fuerza. – Eres el mejor papi que tengo.
-Soy tu único papi.
-Si eso también es verdad. Pero aún así me encanta el peluche cocinero. Se parece a ti.
-Me alegro que te guste ¿Qué te parece si vamos al lago? Una vacaciones tu y yo tranquilos, sin que nadie ni nada nos moleste.

FIN FLASHBACK

-Hemos llegado, señorita. ¿Está bien? – Aquel recuerdo me había dejado completamente ida del mundo real. - ¿Está bien señorita?
-Si lo siento. Solamente estaba recordando algo. – Mire y me di cuenta de que habíamos llegado. - ¿Cuánto es? - Dije abriendo la puerta del taxi y dándole un billete de veinte euros. Me lo pensé mejor. – Déjalo. Quédate el cambio.
-Muchas gracias señorita. - El hombre arranco deprisa y se fue a por otra chica que lo llamaba desde la esquina de la calle.
Mire y saque las llaves de casa. Nada más entrar llamé a mi madre pero no hubo contestación. Empecé a buscarla pero nada.
-¿Mama? ¿Estás en casa?
-Si cariño. – Su voz procedía de la cocina. – Han venido los chicos a verte.
-¡Marc! ¡Noelia! - Grite abrazándolos.
-Nosotros también te hemos echado de menos – Me devolvieron el abrazo. - ¿Sabes el frio que hacía en Irlanda? Nos podrías haber acompañado ¿sabes?
-¿Y qué pinto yo en Irlanda? Sabes que nunca he salido del pueblo. Nunca he salido de Mammoth Lakes
-Un día te sacaremos a que veas el mundo. - Los brazos de Marc me rodearon mientras seguía hablando. - Te sacare y te enseñare todo. Iremos haciendo autoestop por la carretera y divirtiéndonos en hoteles de cinco estrellas. – Me quede flipando. – No puedes quedarte en este horroroso lugar para siempre.
-A mí me gusta. – Me queje. – Su tranquilidad. Su naturaleza. Sus animales. Es una localidad rural y muy agradable.
-De todas maneras te sacaremos de aquí. Y si, vale, tienes razón, es un pueblo magnifico y tranquilo, menos por las fiestas que se organizan en los parques.
-¿A si? Estás loco. ¿Lo sabías? - Dije riéndome y apartándome de sus brazos mientras Noelia, él y yo entrabamos en mi habitación.
-¿Como van las sesiones con el sicólogo?
-Bien... – No estaba muy convencida. La verdad es que si me habían vuelto las pesadillas muy bien no me habían ido, aunque tal vez esas pesadillas habían venido a mí para ayudarme y descubrir quién era esa persona.
-Uy... ese bien no ha sonado muy seguro, ni convincente.
-Me hico una sesión y empecé a recordar cosas raras. Pero solo son tonterías.
-Ok... - Me cogió la mano.- Aun así estoy preocupado.- Marc me abrazo- Ten cuidado.
- Lo sé, para algo sois mis mejores amigos. – Contarme que habéis hecho en Irlanda. ¿Algún regalito?
- ¿Crees que nos habíamos olvidado de ti? –Sacaron dos regalos uno grande y el otro más pequeño. – Esperamos que te guste.
- Primero el grande. – Desenvolví el papel y me encontré otro peluche. Me encantaba tener peluches en casa, sobretodo abrazarlos. – Gracias un oso gigante. ¿Cómo lo habéis metido en el avión? – Los tres reímos. – Haber el pequeño. – Lo desenvolví también y me encontré una libreta de dibujos. – Gracias. Hace tiempo que no dibujo. Lo echo de menos. – Les di un abrazo a los dos.
- Anda descansa y no pienses en esas tonterías. Te vemos mañana en el instituto. Por qué vendrás ¿no?- Asentí con la cabeza y me tumbe en la cama encendiendo el ordenador y empezando a buscar en internet algo sobre el viejo lago. Hacía tiempo que no lo visitaba, exactamente desde el accidente. Mis dibujos aún colgaban en las paredes de mi habitación. Empecé a dibujar y a escuchar música, siempre escuchaba la misma canción cuando me sentía mal, “Save you” de Simple Plan esa canción siempre me relajaba y seguí escribiendo el trabajo que debía de hacer de historia, me encantaban las clases y me encantaba la historia.
Enseguida termine y me quedé completamente dormida olvidándome de la cena. Olvidándome de todo y volviendo a tener pesadillas.
Cuando desperté sobresaltada al haber recordado más cosas me agarre a mi libreta y escribí una y otra vez que había visto en mi sueño para no poder olvidarme. La guarde en la mochila, siempre la llevaba conmigo, mire el despertador el cual aun no había sonado. Faltaba una hora para que sonara, me pegue una ducha caliente y me vestí sentándome en el sofá y encendiendo la televisión. Puse los dibujos como de costumbre, y también porque era lo único que hacían a esas horas de la mañana, a no ser que me gustara saber algo sobre la asquerosa vida de los famosos que para ser sincera conocía a gente de mi instituto que había tenido una vida más interesante que la de esos panolis que no paraban de quejarse y discutir en el palto sobre tonterías que eran falsas y teatro.
Cuando empezó a sonar el despertador desayune tranquilamente y cogí mi mochila directa al instituto. Mis vecinos me saludaban como de costumbre. Eran cariñosos conmigo. Las calles estaban tranquilas y me encantaba pasear por allí. Todo rodeado de arboles y pequeñas casas. Era demasiado acogedor comparado con las grandes ciudades.
Al llegar al instituto Marc y Noelia me esperaban sentados en un banco frente las taquillas.
-¡Celia! ¡Aquí! – Dijo corriendo hacía mi como un niño.
- Se te nota a distancia Marc. No hagas eso. – Noelia le pego un codazo en el estomago. Reprimí la risa que estaba a punto de escaparse por mi boca.
- ¿Tanto se nota que me gusta? – Le pregunto a Noelia sin darse cuenta que estaba tras su espalda.
- Si, se te nota mucho. – Dije interrumpiendo a Noelia y las dos echamos a reír.
-Me podrías haber dicho que estaba delante. – Su queja nos hico reír aun mas.
- No pasa nada. No te voy a odiar por gustarte. - Me puse atrás de él y lo empuje hacia la primera clase. – Además ya lo sabía hace tiempo. – Susurre sin que él me escuchara, solo lo llego a oír Noelia.
- ¿Ni un beso? ¿Ni un también me gustas? – Suplicaba en voz baja para que no le oyeran los de clase.
- No seas exigente. – Dijo Noelia aun entre risas.
- No oirás eso salir de mi boca. – Mi tono sonó de forma irónica. No quería ser demasiado cruel. Lo entre en la clase y me fui a mi asiento.
Cuando acabaron las clases Noelia me acompaño a la comisaría donde había quedado con Erik. Cuando llegamos Erik nos indico que pasaremos enseguida.
-He preguntado. He investigado. Según las fuentes no creen que hubiera sido un accidente puede que tengas razón. Había algo extraño pero no había pruebas. No lo suficientes. – Mis ojos se volvieron rojos y empezaron a caer lágrimas de ellos. – Te ayudare. No me fio de la policía. Cada persona me daba una versión distinta. Es como si todo el mundo supiera algo y tuviera miedo. Quisiera ocultarlo.
- Gracias. Eres un buen amigo Erik. ¿Qué haría sin ti? – Se rio conmigo y me dio un beso en la frente. - ¿Podemos tomar algo?
- No. Lo siento. Pero voy a ir a verte todos los días al partir de ahora. – Me sonrió, pero enseguida se puso serio. – Cuídate. Cuídala.
-Descuida cuidare de ella – Dijo Noelia sacándome hacia fuera. – Erik me gusta para ti. Y mucho.
- Tiene 20 años y no sé si le gusto mucho, creo que solo me quiere como una hermana. – Le dije mirándola a los ojos. – Además a mí me gusta otro, bueno no sé quien me gusta.
- ¿A si? ¿Te gusta más de uno? Te lo tenias escondido.- Su voz sonó alegre y tímida. Conseguí sonrojarme y dejar escapar una leve risita que hico sacar mis hoyuelos. Algo hereditario de parte de madre. – Te has sonrojado. – Esta vez hacía tono de burla. Me molesto un poco pero no quise quejarme porque Noelia era como una hermana para mí y seguiría haciéndome la puñeta. La conocía y sabía que estaría todo el día con la misma tontería menos delante de Marc, ya que sabíamos todos como era el. – Me gusta que por fin te guste alguien. ¿El otro es guapo?
- ¡Noelia! No lo conoces, es algo extraño y no está a mi alcance, y nunca estará, él es de otro mundo. – Dije decepcionada. – No hay nada que hacer con él. Además no se por cual decantarme.
- Ni que fuera un alienígena cariño.
Las dos andamos dando un paseo por el pueblo disfrutando de las vistas y comprando un helado en la heladería más famosa de allí, y la única. La de los padres de Marc.
Íbamos hablando por el camino.
-¿Puedo saber que chicos son los que te gustan? – Me estaba rogando que se lo contara. Conocía esa voz, esos ojos, esa sonrisa. La conocía.
-Matt, Erik y el otro.
-¿Matt? ¿Matt? – Me miro. - ¿y Marc? ¿El no? – Negué. - ¿Y que tiene Matt?
- No lo sé. Le odio solamente es que es guapo.
- Bueno es verdad eso no lo niego. – Las dos reímos.
- ¿El otro de que lo conoces?
-Internet. – Silencio. No hablamos más. No sé por qué.
Acompañe a Noelia a su casa, y me dirigí a la mía escabulléndome de la lluvia que caía sobre mi rostro, pero era imposible andar. La lluvia fina me había mojado entera en quistión de milésimas de segundo. Mi rostro estaba bañado en un manto de agua. Mi pelo caía sobre mis hombros haciendo tirabuzones. Debía seguir andando, parar un taxi o algo pero nada. Todo había empezado a oscurecer y con tal lluvia nadie iba a salir a estas horas.
Los coches se veían con debilidad a estas horas de la noche, solamente se percibían las luces largas que dejaban observarse al fondo de las carreteras y acercarse rápidamente mientras pasaban de largo.
Intente esconderme bajo un portal pero era imposible. Por Mammoth lakes no es que haya muchos portales solo un par y la verdad es que todos los edificios están muy lejanos, por mucho que corriera iba a acabar mas mojada, y acabaría resfriada.
Eche a correr y por fin encontré uno de los portales. Me puse allí, bajo, estornudando. Ya me había resfriado, o eso creía yo. Me quedé bajo el portal, esperaba a que la lluvia amainara pero entonces recibí un sobresalto, la mano de Matt se había posado sin avisar en mi hombro alterando mi nerviosismo por llegar a casa y haciendo que casi provocara que un adolescente fuera al hospital. Iba a defenderme de esa mano pero segundos antes de girarme grite pidiendo auxilio. No quería que luego pensaran que era yo la agresora.
Al verle el rosto echo a reír, estaba furiosa, enfadada. Tenía ganas de matarlo en ese mismo instante, pero no era una asesina. Lo que sí que iba a hacer era golpearle, y así lo hice. Le di un golpecito con mi hombro en su estomago y él se quejo entre risas. Me miro de arriba abajo, él estaba completamente seco, comparado conmigo que parecía que acababa de salir de una piscina o algún lugar abundante de agua. Me dio su chaqueta poniéndola sobre mí para que dejara de estornudar y pudiera estar más calentita. Se lo agradecí con una sonrisa volviendo a mirarlo de arriba abajo.
-¿Qué haces tú aquí? – Su voz sonó preocupada pero a la vez estaba interesada en la información. Eso me preocupo un poco. - ¿De dónde has venido? – Esta vez hacía tono de preocupación, el mismo que hace mi abuelo cuando me da la charla para que tenga cuidado y no me hagan daño.
-Me he ido con Noelia. – Moví la cabeza mientras me sentaba en el rellano abrazada a la chaqueta de Matt.
Se sentó a mi lado entrelazando sus manos y apoyándolas sobre sus rodillas.
-¿Y dónde has ido con Noelia? ¿Puedo saberlo? – Lo mire seria. No entendía a que venía tanta curiosidad.
-La he acompañado a la comisaria, y luego hemos ido a tomar algo. – Mire como sonreía satisfactorio de que le dijera de qué lugar acababa de venir. - ¿Tu qué haces aquí? ¿A qué viniste?
-Solo he venido a visitar a mis tíos. Viven aquí. – Señalo la casa. - ¿Recuerdas? – Me miro y miro la lluvia. – Tu casa está lejos, llueve mucho, amainara en unos minutos. La nube se está alejando. – Sonreí.
-Sí, pero he de llegar enseguida. – Señale la hora del reloj. Eran más de las 9 de la tarde y mi madre quería que estuviera allí a i media.
- Te acompaño. – Se levanto. Me tendió la mano y me agarre levantándome del escalón del portal. - ¿Estas preparada para correr? – Reí divertida y asentí mientras corríamos hasta mi casa. Íbamos entre risas y caídas por las calles en girando por los bosques y las carreteras, chapoteando charcos y haciendo que nuestro cuerpo formara una cascada.
Llegamos a mi casa, una cabaña grande la madera pintada de un tono azul un poco decolorado.
-Gracias. – Me quite la chaqueta con cuidado devolviéndosela. – Hasta mañana. - <> Pensé.
-Hasta mañana. – Salió corriendo hacia su casa.


CONTINUARA....




La pekee!!

lAURA.A

sábado, 17 de abril de 2010

CAPITULO I

Bueno la novela no tiene titulo pero se va a llamar de momento PROBLEMAS DE FAMILIA.... Hay 150 pag escritas pero ire colgando cap por cap... ok??


CAPITULO I


Cuando tenía cinco años me encantaba ir al lago con mi padre, supongo que como a todos los niños y niñas de mi edad, estar con él era algo que me divertía, ya que con él, era lo único que podía hacer. Mi madre estaba entregada a su trabajo y a mí padre le encantaba pasar el tiempo conmigo, yo pienso que tal vez es por que en su trabajo casi nunca me ve, una vez al mes, a veces menos, pero eso yo no lo se, la verdad es lo único que me decían. Era una niña de cinco años, todo la inocencia que se encontraba en mi hacia que me creyera cualquier cosa que me dijeran mis padres.
Aunque yo creo que tal vez era por mi timidez. Nunca hablaba con otros niños de mi edad, siempre utilizaba a mi padre para esconderme detrás de él cuando alguien se acercaba a jugar con mis juguetes o conmigo. Supongo que también mi padre me traía allí porque sabía que era relajante, pero cuando ante mi se encontraba un lápiz y un papel, mis miedos y mi timidez se alejaban. En aquel lugar, en aquel lago, todo era diferente. Mientras mi padre pescaba, yo le dibujaba a él con verdadera tranquilidad, la gente se acercaba y observaba mis dibujos una y otra vez, pero en ese momento a mi no me importaba, les dejaba observar incluso hablarme la mayoría de veces, estaba tan inmersa en aquel pensamiento que no tenía miedo a la gente, le hablaba sin temor a nada.

El olor a canela que procedía de la cabaña siempre me había gustado.

La naturaleza y el mar me tranquilizaban, y el ruido de los animales me encantaba.

Mis ojos verdes eran muy observadores y captaban todos los colores y movimientos al segundo, el viento pegaba sobre mis hombros haciendo que mi pelo castaño y rizado rebotara suavemente por mi rostro, como si de una cortina de finos hilos se tratara. Aun recordaba aquel día con perfección. Mi padre corrió a mí agarrándome como una avioneta, como hace cualquier padre con un niño de esa edad, haciéndome reír junto a unas cosquillas, mientras en brazos me llevaba de nuevo a la cabaña. Mi voz sigue resonando y yo sigo riendo entre sus brazos.
El marco de la puerta, brillaba con el reflejo del sol. Un reflejo que hacia que la luz entrara con mas intensidad. Los muebles estaban colocados de forma cómoda, nada mas entrar se encontraba el sofá, donde mi padre me lanzo de golpe echándose encima mía para seguir con sus habituales cosquillas. Cosquillas a las cuales yo no podía resistir a su risa.
Risa que me hacía sentirme como una estúpida.
Me suelta y se aleja de mí en un instante, se acerca a la cocina y deja la caña de pescar apoyada entre la nevera y la pared, le observo pero no hace falta que observe el movimiento que va a hacer, siempre hace los mismos. Se gira hacia la ventana y coge el trapo, se acerca al grifo y lo moja con suavidad acercándose hacia la ventana húmeda por el calor del día y la lluvia de la noche. Limpia la ventana y deja el trapo volviéndose hacia mí y acercándose lentamente. Agarro un lápiz y un papel mientras él posa su mano sobre la mía como si él y yo fuéramos solo uno y empezamos a dibujar juntos. Yo reía, para mí era maravilloso sentir como dar vida a aquellos dibujos, dibujos que ante la vista de cualquier otra persona parecían simples garabatos bien hechos y con una composición perfecta pero ante mis ojos, eran un nuevo mundo, una historia contada atraves de las imágenes, una película muda, algo que cobraba vida una vez terminado, porque era exacta a nuestra realidad. Era el primer día de nuestras vacaciones solas. Me soltó la mano y seguí dibujando mientras él se ponía a hacer la comida fuera. Una vez terminado encendí la tele poniendo los dibujos animados, exactamente Tom y Jerry, me encantaban ese raton y ese gato, incluso tenía su pijama, eran mis dibujos preferidos en ese instante, y observando la televisión mis risas continuaban más y más.
Nunca había reído tanto como aquel día. Al oler la carne y el pescado recién hecho salí corriendo a comer, mi padre me sirvió el plato aun entre risas de verme tan entusiasmada y puntual en la mesa de fuera. Todo estaba riquísimo, mi padre siempre cocinaba a la perfección nunca ninguno de sus platos tenía algún defecto. Lo quería más que nada en el mundo, era también un hermano para mí.
Mi mejor amigo.

Recogí la mesa tranquilamente mientras mi padre se tumbaba en la vieja hamaca colgada de dos árboles que daban a la parte frontal de la cabaña. Una vez todo en orden me puse el bañador sacando mis peluches y lanzándome sobre mi padre, aunque yo lo llamaba Ray.

-¡RAY! ¿Jugamos otra vez al avión? ¿Nos damos un baño? Va va va va!!

-¿Tu no paras verdad? Mi niña. Ahora te quedas durmiendo con papi mientras hacemos la digestión – Me dijo rodeándome con sus brazos mientras me recostaba cerrando los ojos y quedándome profundamente dormida igual que él. Cuando desperté recuerdo que mi padre estaba despierto leyendo una revista intentando no hacer ruido para despertarme. Abrí totalmente los ojos y me quede mirándole hasta que se dio cuenta de que por fin estaba despierta. - ¿Cómo esta mi niña? ¿Ha dormido bien?

- No soy una niña papa tengo 5 años y tengo nombre. – Dije agarrándome a sus brazos para no caer. – Y si he dormido muy bien.

- Lo sé qué tienes nombre Celia pero aún así siempre serás mi niña. Quieras o no. – Su voz dulce resonó en mi cabeza una y otra vez y me dio un dulce beso en la frente. ¿Pero a que niño no le dicen eso alguna vez? Mi padre siempre me lo recordaba era su niña, y aunque yo tenía mucha prisa por crecer aun tenía 5 años y no era edad adulta, era edad de una niña pequeña y renacuaja. Esas eran sus exactas palabras y tenía razón aunque yo quería madurar antes, aun no había cumplido la edad para hacerlo.

- ¿Me lees un cuento papi? – Mi voz sonaba asustada.
Cuando empezaba a llegar la noche, aquella oscuridad que se reflejaba como finas sombras entre la suavidad de aquel lago hacía que todo se volviera un poco extraño.
Los arboles empezaban a moverse de forma circular haciendo caer las hojas sobre el frio suelo. Repitiendo un ruido aterrador, que conforme más escurecía mas resonaba en todo el pueblo.

- Está bien. Un cuento para mi niña. – Sus palabras me hicieron sonreir, sacando de mí esos hoyuelos que se encontraban en mi mejilla. Se metió dentro de la cabaña y busco un libro entre todos los que había en la estantería enfrente del televisor y detrás del sofa volviendo junto a mí y empezando a leer por la primera línea el mismo cuento de todos los días Buenas noches Luna. Yo adoraba ese libro. – Buenas noches habitación, Buenas noches Luna… - El conejito se despedía de cada objeto de su habitación como hacía yo antes para ir adormir. Cuando acabo el cuento lo cerró con delicadeza y me agarro dejándome en la orilla del lago.
Él sabía que el agua estaba fría y que odiaba el agua del lago oscuro y frio juntarse con mi piel, era un sentimiento escalofriante, de mezcla de horror, terror y frustración.

-¡RAY! Eso es trampa. Me he mojado toda. – Dije corriendo hacía él intentando huir del agua que se acercaba con fuerza y velocidad hacía mi.

- Vamos! No tienes que tener miedo, en el agua no hay nada. Solo hay lo mismo que hay de dia pero ahora, es de noche y está oscuro. No hay por qué temer al agua por la noche. – Me agarro haciéndome creer que me iba a volver a lanzar sobre el agua.
Me asuste.
Sinceramente no sabía qué hacer, grite pero entonces escuche la dulce risa de mi padre y me tiro sobre la orillita encima de él empezando a hacerme mas y mas cosquillas.

- ¡Te quiero! – Eso fue lo que dije antes de que mi padre me ordenara hacer un par de dibujos más y ayudarle con la cena.
Me puse a hacer los dibujos disfrutando de cada uno de los movimientos de mi muñeca mientras tarareaba una y otra vez y mama me llamo. - ¿Si? ¡Hola mama! – Mi entusiasmo se oía a distancia.

-Hola Celia, ¿Qué tal con papa? ¿Todo bien? - Me dijo con voz de cansancio, como era normal en ella.

- Todo bien estamos en la cabañita. ¿Vas a venir? Nos hemos bañado en el lago. - Mire a papa por la ventana. - Ahora esta pescando. ¿Quieres hablar con papi?

- Muy bien pásame con papa. Pero no iré cariño ya nos veremos en casa. Diviértete.

- !RAY! - Grite desde la ventana de la cocina. Mi padre vino corriendo y se puso a hablar media hora con mama. Yo me puse a cocinar.

Tenía cinco años y me encantaba cocinar, mi madre todas las mañanas hacia el desayuno y yo le ayudaba al igual que la comida y demás así que era costumbre, por

muy pequeña que era papa y mama me habían enseñado a hacer buena cocina y a veces hasta me hacía yo la cena. Era el cumpleaños de papa y quería hacerle un regalo sirviéndole la cena. Mis manos sacaron la carne picada, el ajo, la cebolla y los espaguetis para poderle hacer mi comida preferida y la suya. Mis manos se impregnaron de tomate disfrutando mientras miraba por la ventana como mi padre caía al agua e intentaba nadar con todas sus fuerzas. Mis ojos se quedaron oscuros y el plato que tenía en mis manos cayó al suelo impregnando todo de tomate y espaguetis. No podía mover ni un musculo. Ray intentaba salir para respirar pero no pudo.




-Pero anoche recordé algo, papa y yo no estábamos solos allí señor. - Dije atormentada a mi anterior sueño.

-Explícate. ¿Tu padre y tú, aquel día no estabais solos? Han pasado doce años. ¿No será una pesadilla?- Lo mire con temor y me apoye en la desordenada mesa de aquella habitación oscura, de la cual no me había percatado que era un despacho desordenado, con los papeles incluso tirados por el suelo y fotos de asesinatos por todas las paredes. Todo era espeluznante.
Demasiado.
Pero no quise levantar la cabeza y desviar mi mirada de los ojos del hombre, sobretodo porque si lo hacia se daría cuenta que estoy cotilleando sobre algo que seguramente el querría privacidad.
Como pasa siempre.

-Lo he recordado, solo que es borroso, no es una pesadilla. Es real. La policía dijo que había muerto de manera extraña, me dijo que no se había encontrado el cadáver. Ray nadaba muy bien y el siempre me decía que observara con los ojos bien atenta, que lo percibiera todo con ellos, que percibiera los cinco sentidos con ellos. Eso me decía siempre recuerdo que vi a alguien detrás de aquel árbol por eso creí no verlo.- Le dije segura y a punto de que me cayera alguna lagrima.
Sus ojos llenos de tristeza y melancolía me miraron con delicadeza poco a poco movió las manos y las llevo a su cabeza removiéndose el pelo rendido.
Se levanto con una carpeta en la mano y la dejo encima de la mesa acercándose a mí, de manera rápida y cuidadosa. Como si temiera darme miedo.

-Ven a verme mañana, voy a ver qué averiguo. Tranquila no le contare nada a nadie.

-Gracias. Sé que aquello no fue un accidente y estoy harta de los sicólogos Erik. Llevo años allí necesito que tu y la policía pilléis al asesino para que me quede tranquila.

-Lo aremos. Ve a casa descansa y no hables con nadie de nada.

-Créeme no lo haré. – Me levante de la silla decidida a irme pero Erik me paro agarrándome con su brazo. - ¿Qué ocurre?

- Aun no te vayas. Escúchame. – Su voz sonó débil. – Ya sé que tiene 17 años. Yo 20 y trabajo de policía por eso te ayudo. – Sonreí ridícula era amigo mío desde hace tiempo. – No quiero que te pase nada.

- Tengo 3 chicos detrás de mí. – Levante los brazos y los crucé haciendo parecer enfadada. – ¿No te parecen bastantes protectores? – El no rio.

- No te fíes de ellos. No me gustaría que te ocurriera nada malo. – Miro alrededor y me entro en la sala de interrogatorios. – No podría pensar en qué hacer si alguno de esos te hiere.

- No me van a herir Erik. Estaré bien.- Sonreí y me senté en la silla.

- Cuidado.

Me puse seria enseguida. Lo decía enserio y yo sabía que se preocupaba de mi de verdad. Estaba enamorado de mí y yo no sabía qué hacer. El era mayor de edad y yo menor, tal vez a los 18 ya podríamos salir juntos pero aún así no sabía lo que yo sentía con exactitud.

Estaba perdida yo era muy de ciencias a decir verdad, y no comprendía esto del amor. Para mí el amor era una reacción química que se producía en el cuerpo. El amor no era un sentimiento ni nada sobrenatural como decía la gente. Solo una reacción química que se producía una persona a la otra. Algo inexplicable que la ciencia nunca había podido resolver.

¿Le amaba o no? ¿De todos los chicos que iban tras de mí, cual es el que quería para mí? Estaba entre dos, el otro segura que no. Era mi mejor amigo, pero ahora no podía pensar en esas tonterías. Debía pensar en lo demás.

Cuando me di cuenta seguía en aquella sala de interrogatorio delante de Erik. El reloj de la pared tenía sus agujas en el mismo lugar, no se habían movido ni un centímetro. La pared blanca de la sala decorada con un armario de madera y la mesa del centro típica de las películas, con el cristal negro en frente.

Erik me miraba con sus ojos grises, hermosos, y brillantes. Era muy difícil encontrar unos ojos así. Pero su mirada era diferente a las demás, de todos los ojos hermosos que había visto esos eran los más bonitos.

Me tranquilizaban pero aun así lo que yo pensaba era imposible. El era mayor de edad, aunque en verdad solo tenía 3 años más que yo así que no había que quejarse mucho. Lo vi así vestido, su chaqueta verde y su camisa marrón con un dibujo en el centro junto unos pantalones negros tipo smoking y unas deportivas.

No sé porque me olvide de todo lo malo que me estaba pasando y empecé a reírme delante de él. Me miro extrañado y me cogió de los hombros haciéndome parar de reír.

-¿Te encuentras bien? – Su dulce voz hico que sonriera y volviera a la realidad.

- Perfectamente. – Sonreí y lo gire. - ¿Qué te parece si me invitas a algo en una cafetería, hablamos y ya?

- Me parece muy buena idea. – Los dos reímos y salimos de allí cogidos del brazo, directos a la cafetería de la comisaria.

El pidió una cerveza y yo una coca-cola. Aunque fuera raro odiaba las bebidas alcohólicas, aunque todos los de mi clase les encantaba el alcohol. Supongo que por algo era diferente. Un poco la rara de la clase, algo que la verdad aunque en el fondo me molestaba lo había estado aguantando mis 17 años de vida, y era algo habitual en mi vida, solamente los ignoraba.
Por qué pensándolo bien. ¿Quién eran los raros?
¿Ellos o yo?
Ellos preferían morir dar su vida por unas gotas de algo que poco a poco destrozaba tu cuerpo.
A mí solo me interesaba ser feliz.
Vivir la vida
Seguir viva y disfrutar de mi adolescencia.
¿Eso no es lo normal?
Yo creo que sí.
Mire a Erik y los dos nos sentamos en una mesa que había a la derecha del bar al lado de un escenario que daba a las ventanas de la calle.

-¿Qué es en lo que pensabas antes cuando te has puesto a reír en la sala de interrogatorios? Sin motivo alguno.

-¿Vas siempre así vestido al trabajo? – Lo mire. – Los veo a todos con uniformes y a ti así. No se… me hico gracia.

-Sí. No me gusta ese uniforme y menos ir vestidos de alguna manera extraña. – Sonreí, mientras el agachaba la cabeza como si se avergonzara de algo.

- A mi me encanta que vayas vestido diferente a los demás. Eres tú mismo. Eso está bien. – Levanto su rostro con una gran sonrisa y río conmigo. – Además, no tienes que hacer lo que los demás quieran. Se tú mismo por lo menso a mi me gustas tú tal y como eres y nadie debe cambiarte. – Lo volví a mirar y mire mi medio vaso de coca-cola aun medio lleno y el suyo de cerveza medio vacío.
- Me suenan esas palabras. – Dijo sonriendo.
- Si. Me las dijo un hombre sabio.
- ¿A si? ¿Y quién era?
- Tu. – Dije soltando una carcajada que hico que todo el bar nos mirara. Mi vergüenza aumento y baje el volumen acercándome a él. - Enserio. Eres el mejor. Además, eres el único que me ha ayudado en todo esto. Mama tenía razón, solo tengo que confiar en ti e intentar recordar para que las pesadillas se vayan. Eso ultimo mama no me lo dice, pero lo sé. Sé que cuando sepa la verdad de todo esto, las pesadillas desaparecerán. –Le di un abrazo. El me sonrió poniendo sus manos sobre mi espalda y acariciándome con suavidad.

Me separé sin dejar de mirarle a los ojos y me senté bebiendo otro trago y acabándomela toda. Aún no sabía cómo agradecerle todo esto. Él lo había hecho todo por mí, sin preguntas, aunque fuera una tontería me ayudaba en todo y yo aun no había hecho nada por él. Le debía todo, fuera lo que fuera.

Mire el reloj y vi la hora. Mi madre se iba a enfadar como llegara mucho mas tarde.

-¡Me tengo que ir! – Dije enseñándole el reloj.

- ¿Te acompaño? Tengo ahí el coche. – Sonreí y asentí con la cabeza, pero su móvil empezó a sonar. – Espera. – Volví a asentir. Sabía que tendría algún problemilla que arreglar y me hubiera gustado volver con él.

-¿Problemas? – Le dije cuando volvió a acercarse nada mas colgar el teléfono.

-Sí. Lo siento. No podre llevarte. ¿Podrás apañártelas sin mí? – Solo asentí pero aun observaba la preocupación de su rostro. – Si hay algún problema. Envíame un mensaje, o una re-llamada y localizare tu móvil. Iré a por ti en un santiamén. – Me dio un beso en la frente y me aparto un mechón de la cara, dejándolo tras la oreja. – Ten cuidado. Por favor.



CONTINUARA.......


viernes, 16 de abril de 2010

BIENVENIDOS!!

Por petición de Antonio un amigo colgare mis historias en un blog y espero k os gusten. Las colgare por k me gustaria saber la opinion de la gente.
Saber si les parecen interesantes ya que me gustaria ir a algun concurso de literatura.
Muchas gracias.
Me gustaria saber tambien las criticas malas y buenas.


Gracias

La pekee!!
LAURA.A